22/3/13

¿QUÉ HA OBTENIDO EL PUEBLO LLANO A LO LARGO DE LA HISTORIA?



Rememorando… recordando… nos hemos preguntado: ¿Qué beneficios ha obtenido la clase media, el pueblo, con el transcurrir de los años?

Muchos si nos referimos a avances tecnológicos, medicinales, salud, longevidad y alguno que otro más, no obstante, si pensamos en los adelantos sociales que estamos perdiendo cada día, también algunos, pero si consideramos en la capacidad de tomar decisiones sobre cómo queremos que sea la sociedad en la que estamos integrados, la forma de gobernarnos y quiénes han de llevar a cabo esta tarea muy pocos.

El pueblo ha sido considerado por el poder dominante, a lo largo del tiempo, como la plebe, el populacho, el común, que sólo era digno de las migajas que quisiesen echarle, pero sí un ser muy importante a la hora de exigirle que pagase impuestos y gabelas casi hasta por respirar.

No queremos remontarnos a épocas de sátrapas orientales ni siquiera al periodo romano en el que se contentaba a la plebe con el famoso “Panem et circenses”, o sea, “Comida y espectáculos de diversión”, lo mimo que en nuestra España es “Pan y Toros” o “Pan y fútbol”. Tanto monta.

Lo que ocurre es que, en los momentos en los que vivimos, hay más de espectáculos que atonten a las masas que pan y trabajo para que puedan sobrevivir.

Para mantener estos espectáculos nos encontramos con la escandalosa situación de las cantidades que adeudan a ha Hacienda estatal, a la Seguridad Social y a otros organismos los clubes futbolísticos, pero eso no importa con tal de tener entretenida a la plebe, sin embargo hay que cargar contra el autónomo que no pague sus cuotas a Hacienda o a la Seguridad Social, aunque la culpa de estos impagos la tengan los organismos oficiales que les adeudan facturas con, en algunos casos, muchos años de atraso.

Referente a la forma de gobernarnos, a pesar de que la manera de regirnos se llama democracia, los ciudadanos estamos al borde de la línea que nos separa de los vasallos.

Nos explicaremos. Durante la Edad Media los reinos estaban divididos en multitud de territorios gobernados por los señores feudales ante cuyo despotismo y tiranía, poco o nada podían hacer los reyes de los distintos países. Los condes, duques o marqueses tenían muy poca limitaciones para subyugar al pueblo y abusar de él por exceso de su innoble opresión.

Ciertamente hemos salido de ese estado de cosas, pero ¿qué hemos ganado? Lo que hemos dicho anteriormente: una mal llamada democracia. Esta palabra, sin entrar en pormenores, deriva de la lengua griega y significa “gobierno del pueblo”, y, nosotros añadimos, “y para el pueblo”.

Ciertamente a fin de que este se gobierne tiene que elegir periódicamente unas personas que lo representen, a las que llamamos políticos. Estos, llegado el momento de que los escojamos, son como los ilusionistas, se dirigen a los electores con unas chisteras de las que extraen unos mágicos conejos llamados programas en los que prometen toda clase de beneficios, ventajas y toda serie de soluciones para los problemas que aquejan a los ciudadanos. Una vez conseguido su propósito se olvidan de las ofertas que nos han hecho, actúan como más le conviene a ellos y a los intereses de sus partidos dentro del imbricado entramado de clientelismo político que han creado.

En nuestro País, en España, se está dando una situación similar a la que comentábamos anteriormente que ocurría en la Edad Media. Se ha fraccionado en diecisiete feudos cuyos señores nos gobiernan a su antojo ayudados por la red de sus conmilitones que componen su misma camarilla y que asfixian cada vez más a los ciudadanos. Prebendas, ventajas, beneficios…sólo los obtienen ellos. Nos despojan en su propio beneficio del dinero que, por tantísimos gravámenes con los que nos agobian, nos recaudan y que deberían ser utilizados en bien de la sociedad y para mitigar los problemas que esta sufre.

Incumplen impunemente las leyes emanadas del Gobierno central sin que tengan que pagar por ello. El Poder legislativo crea leyes y más leyes, pero, ¿cuántas se cumplen? Tenemos casos palmarios en los que estos nuevos señores feudales desobedecen impunemente los mandatos emanados de la Administración central y esta no se atreve, no tiene valor, carece de fuerza o no quiere obligarlos a obedecerlos.

¿Qué podemos hacer los ciudadanos ante tal situación? No nos queda opción alguna. Ciertamente logramos, en algunos casos, cambiar de gobernantes, cada vez que haya elecciones, pero ¿Qué obtenemos con ello? Mudar al señor feudal y a sus adláteres, tanto en los feudos regionales como en el Central pues, al fin y al cabo, los unos y los otros nos gobiernan a su antojo y sin contar con la ciudadanía, una vez que han sido elegidos en unas listas que nos ofrecen, sin que tengamos posibilidad de eliminar a las personas que figuran en ellas y que nos consta que no sirven para gobernarnos, por eso, rememorando… recordando, pensamos que hemos vuelto, por las actuaciones de nuestros dirigentes, a una situación similar a la de la Edad Media y más que ciudadanos somos vasallos.





Manuel Villegas Ruiz

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