19/1/10

REFLEXIONES SOBRE EL SER HUMANO

REFLEXIONESSOBRE EL SERHUMANO
Soy consciente de que lo que voy a escribir podrá levantar mucha polémica entre quienes lo lean, o posiblemente ninguna, ya que quizá nadie llegue a conocerlo.
Expongo solamente unos pensamientos que rondan mi cabeza desde hace mucho tiempo acerca de la bondad o maldad de los seres humanos.
Quizá, al exponerlos, se me trate de extravagante, reaccionario o posiblemente de alguna cosa peor.
No soy nada de eso. Simplemente expongo lo que bulle en mi mente respecto a la forma de actuar de estos entes que poblamos la Tierra y a los que se ha dado en llamar hombres o personas.
Es un axioma incontrovertible que el ser humano es un animal. Si alguien lo niega está en contra de toda la teoría de la evolución.
Sí, ya que hay muchos y grandes cerebros pensantes que no opinan lo mismo y que son partidarios de la creación divina.
Pero casi todo el mundo científico está de acuerdo en que ese ha sido el camino que ha seguido el hombre y todos los demás seres vivientes que pueblan esta pequeña roca llamada Tierra y que gira no se sabe desde cuándo ni hasta cuándo alrededor de un sol.
Es más estoy convencido de que la evolución sigue su curso y que, aunque nosotros no veamos, en nuestra corta vida, sus efectos, continuará hasta el fin de los tiempos.
Yo también soy partidario de la creación divina. Pero le añado un pequeño matiz que paso a explicar.
Ante todo confieso que soy un profundo creyente convencido hasta la médula de lo más profundo de mi pensamiento.
Voy a explicar por qué: A mi cerebro pensante, racional y lógico, le repugna hondamente que todo esto que nos rodea, macrocosmos y microcosmos, haya podido surgir de la nada como por arte de magia.
Si al principio de los tiempos hubiese existido un ser humano que hubiese mezclado todos los componentes que hoy constituyen la vida y los hubiese dejado en un recipiente en el que se hubieran podido mantener y mezclar debidamente. Hoy, transcurridos muchos millones de años, esa mezcla permanecería inalterable y no se hubiese producido mutación alguna, cuánto menos un minúsculo atisbo de vida.
Cuando observo el orden que rige todo, lo que nos circunda, mi yo no puede admitir que esa harmonía haya surgido de la nada.
El cosmos que nos envuelve,-en griego la palabra cosmos significa orden-no puede presentarse espontáneamente, por lo tanto confieso abiertamente mi firme creencia en la existencia de un Ser Superior, creador y ordenador de todo en lo que estamos inmersos.
¿Qué matiz le doy a la creación por un Ser Superior que me haga no admitir la fe ciega en una evolución espontánea?
Muy simple. Ese Ser fue el primer inventor del ordenador y los cosmos, tanto el micro cuanto el macro, están sujetos y regidos por unos programas, como los de los ordenadores de hoy que se han ido poniendo en marcha, cuando el Ser que los creó ordenó que comenzasen a funcionar.
Unánime es la admisión de que los primeros vagidos de la vida se dieron en el agua. Para ser más claros, en el mar.
Mahoma, allá por el siglo VII de nuestra era declara taxativamente en el Corán las palabras que a continuación voy a exponer:
En la Azora XXI, aleya 31, dice: “Pero no ven los que niegan que los cielos y la tierra eran macizos y los rajamos y pusimos del agua toda cosa viva, ¿es que no creerán?
La Azora XXIV, aleya 44 igualmente se pronuncia: “…en esto hay motivo de reflexión… y Alá creó todo animal del agua…”.
Como ya he dicho estas palabras fueron dichas en el siglo VII de nuestra era. Pues bien, creo que están en consonancia con todo lo que defienden la mayoría de los científicos de hoy día.
Si estamos de acuerdo, que todo tiene su origen en el agua, estaremos también en que la primera forma de vida organizada fue la de los seres que la pueblan y de la que, cuando llegó el momento indicado en el ordenador, algunos se atrevieron a salir de ella, dando paso, sin meternos en más honduras, a los primeros reptiles con un germen de cerebro primario que les hace reaccionar de forma agresiva ante cualquier peligro que presientan.
No voy a hacer un exhaustivo recorrido por la evolución hasta llegar al ser humano, porque no es mi especialidad y no quiero exponerme a manifestar algo incorrecto y fácilmente refutable.
A donde quiero ir a parar y este es el fin al que me llevan mis reflexiones es que a ese cerebro primitivo, conforme fue avanzando la evolución, se la fueron añadiendo distintas capas, cada vez más perfeccionadas hasta llegar al cerebro pensante del ser humano de hoy, pero en el que todavía quedan en el tallo encefálico los primeros vestigios de ese cerebro de reptil y que es el que rige y pone en marcha nuestros instintos más primarios que, para que no actuemos como verdaderos animales sin control necesitan la actuación moderadora y regidora del neocórtex cerebral.
Otro punto a tener en cuenta es la composición del ser humano. No es discutible que contiene más de un setenta por ciento de agua. El resto son diversos minerales, como el calcio el sodio potasio etc.
Mi teoría particular, y pondré unos ejemplos sobre ello, es que en la proporción en que estén mezclados esos minerales. Es decir, si se encuentran o no equilibrados podrán influir no sólo en la salud corporal del individuo, sino también en la mental.
Para aseverarlo lo ilustraré con la siguiente muestra que, además, conozco muy de cerca.
Se trata de una persona que padece una enfermedad la que antiguamente llamaban trastorno maníaco depresivo, hoy le dan el nombre de bipolar.
Pues bien su enfermedad no consiste nada más en una descompensación del litio que contiene su cuerpo. Cuando no está equilibrado padece trastornos de descomposición de la personalidad y lo mismo está excesivamente eufórica, capaz de emprender cualquier acción, por más descabellada que parezca, que se hunde en una abulia y apatía de laque es muy difícil que salga.
En el momento que toma la dosis correspondiente del litio, vuelve a la normalidad. Es capaz de realizar su trabajo con toda perfección y corrección y cualquiera que tenga contacto con ella, no echa a ver que padece ninguna enfermedad.
Como este caso hay muchos. No tenemos nada más que ver que la mayoría se los medicamentos que tomamos cuando estamos enfermos son para compensar o regular la falta o el desequilibrio de cualquier componente químico de nuestro organismo.
Otro punto que me da mucho que pensar es el de los grandes descubrimientos que hoy se están llevando a cabo sobre el genoma humano.
Raro es el día que no nos enteramos por los medios de comunicación que se ha descubierto un gen que es el causante de tal o cual enfermedad o que provoca determinadas actitudes en el ser humano. No es mi campo de investigación y por ello no especificaré nada sobre tal asunto para que no tenga que ser corregido.
Llegados a este punto de la cuestión, yo me pregunto:
¿El ser humano es bueno o malo por naturaleza?
Los romanos decían que el hombre era un lobo para el hombre.
Rousseau y otros pensadores como nuestra Emilia Pardo Bazán, consideraban al hombre como un ser específicamente bueno.
Si tenemos en cuenta que, tanto los componentes químicos que configuran nuestro organismo, cuanto la influencia de los genes que constituyen nuestra naturaleza, de hecho, influyen en nuestro comportamiento, ¿qué respuesta podemos dar a la pregunta anterior?
Estoy totalmente de acuerdo en que la educación, los ejemplos que recibimos, el entorno en el que nos movemos y mil concausas más, si no son definitivas, sí pueden fomentaren nosotros ciertas pautas de comportamiento, pero también creo estar en lo cierto cuando pienso que, tanto los componentes bioquímicos y la influencia genética influyen en gran manera sobre nuestra forma de actuar.
Es diríamos glosando a Ortega y Gasset su “Yo soy yo y mis circunstancias”.
Aristóteles decía: “El hombre es un animal político”. Pero no se refería con ello a que el hombre practicase la política. Quería decir que el hombre es un animal que necesita vivir en la polis (ciudad en griego). Es decir, que tiene tendencia a vivir en sociedad
Sin embargo hoy día la Ciencia, psicología, genética, etc. están demostrando que hay personas cuyo comportamiento es antisocial. Bien sea por su condicionamiento hereditario, la mezcla de los componentes químicos que lo conforman o el ambiente en el que se han criado o las múltiples concausas que hayan podido influir en la configuración de su personalidad.
Lo cierto, cada vez se está extendiendo más esta afirmación, es que hay seres: violadores, asesinos en serie, etc. cuya regeneración es imposible y, por lo tanto, no son personas sociables. Aristóteles diría que no son animales políticos.
La cuestión es ¿Qué debe hacer la Sociedad para poder controlar a dichas personas, sin causarle excesivo daño, pero que tampoco, cometan una violación o asesinato en el momento en el que tengan ocasión?
Los Estados deben salvaguardar, por encima de todo, el bien de sus ciudadanos. Es la única razón de ser de quienes nos gobiernan. Por ello deben arbitrar la forma para poner remedio a que el mal no siga por los derroteros por los que ahora camina.
¡Cuántos niños y personas mayores violadas! ¡Cuántas mujeres asesinadas! ¡Cuántos establecimientos atracados! Cuánto ladrón, violador, asesino anda suelto dispuesto a cometer un hecho execrable.
Excesivo garantismo y demasiada permisividad se ha impuesto hoy a nuestra sociedad.
Los deberes no cuentan. Todos tenemos derecho a todo. Sólo derechos. Hoy no se exige cumplir las obligaciones de cada uno y así nos va. Parece que las leyes estuviesen pensadas solamente en el bien del malhechor.
Pero esto exige un remedio y el llamado a ponerlo es el Poder Ejecutivo, bien modificando las leyes o creando otras nuevas de forma que el mal se pueda reducir y que cada facineroso reciba el castigo en proporción a su delito y que lo cumpla íntegramente de forma que, cuando quede exonerado de su punición, se pueda integrar a la Sociedad, reconociendo que ha obrado mal en contra de ella y con el firme propósito de no volver a recaer en un nuevo hecho delictivo,
Caso de que esto no suceda entonces el Estado ha de intervenir de forma drástica.
Los asesinos, violadores, ladrones multireincidentes-que tantos hay-deben quedar o bien apartados de la sociedad, o bien de tal manera señalados que, en todo momento, se les tengan localizados, controlados y vigilados para no darles oportunidad a cometer más fechorías.
Si no queremos imponer la pena de muerte, ni tan poco la cadena perpetua-creo que se debería hacer un serio referéndum sobre lo que piensa el pueblo sano acerca de ello-, se debería asignar obligatoriamente algún medio de control, por ejemplo la pulsera “informática” de la que ya se está empezando tanto a hablar, para que estos seres que, por naturaleza, genética, ambiente en el que han vivido o perversión de su personalidad no aceptan las normas de la Sociedad y por, tanto no pueden tener ni los mismos derechos ni idénticas prerrogativas que aquellos que sí las admiten, las respetan y las obedecen.

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