No soy yo solo el que se hace esta pregunta. ¿Por qué han llegado a desencantar al pueblo de esta nefasta manera? Somos millones de españoles los que lo inquirimos.
¿Cómo es posible que los que con tanto anhelo esperábamos la democracia hayamos llegado a un punto, posiblemente sin retorno, en el que tengamos perdida toda nuestra ilusión y fe en ella?
¿Por qué será que a la mayoría de nuestra juventud no siente atracción alguna ni por la política no por aquellos que la ejercen?
Las encuestas señalan que los políticos son la tercera preocupación de los españoles. ¿Habrá cosa más lastimosa?
El significado prístino de la palabra política es gestionar aquello que preocupa a la polis, es decir a la ciudad, o lo que es lo mismo a los ciudadanos.
¿Se preocupan nuestros gobernantes de ello? Yo diría más bien que no.
El sentimiento general es que todos, hay honrosas excepciones, a lo único que se dedican es a su medro particular y a su bien personal. La plebe, como en la antigua Roma sólo tiene derecho a espectáculos circenses, ya ni siquiera a pan. Hay demasiados millones de personas que rozan la pobreza más miserable.
Nuestros gobernantes solo desean un poder único, el de ellos, para que nadie les pueda pedir cuentas de sus tropelías.
El poder judicial está a punto de quedar sometido a ellos, si el resto de jueces con dignidad y conscientes de que deben ser, así lo exige el pueblo, independientes, no pelean por ella. Demasiados casos hemos visto de sometimiento de los jueces a los poderes fácticos.
Los fiscales, son por definición un órgano sometido al poder legislativo.
El Poder ejecutivo está más atento a los caprichos de la partitocracia que a la voluntad del pueblo español.
¿Qué queda pues? Que los ciudadanos luchemos para que esto no suceda. Que cada poder, campe independientemente de los demás y que exista la división que el pueblo necesita, pide y exige.
A quienes deseen ser políticos habría que hacerles las preguntas que según Aristóteles, en la Constitución de los atenienses (55.3) tenían que superar.
Dado que estamos en otra época, se modificaría un poco y se les interrogaría de esta manera.
¿Qué buscas en la política? ¿Tienes suficientes medios propios para vivir? ¿Haz hecho tu declaración de bienes que sólo se verá incrementada después de tu mandato con el ahorro que con esfuerzo hayas podido hacer de tu asignación?
¿Declaras bajo juramento o por tu honor que en todo momento vas a procurar el bien de los ciudadano y no el tuyo propio?
¿Te comprometes bajo pena de exilio a no interferir en el resto de los poderes del Estado?
¿Estás dispuesto a que si no cumples lo prometido se te someta a un juicio público e independiente y, si se te declara culpable satisfacer pecuniariamente, devolver lo que hayas sustraído y además, si es preciso, con pena carcelaria el mal que hayas podido ocasionar a tus conciudadanos?
¿Quién debería hacer esas preguntas? Tenemos un jefe del Estado, sería su obligación
Creo que muchos de los que quieren gobernarnos, se lo pensarían con detenimiento antes de comprometerse a cumplir lo requerido y dedicarse a la política.
Manuel Villegas Ruiz
28/1/11
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