28/1/11

DESAZÓN

Sepan todos cuantos este escrito leyeren y entendieren como yo, su autor, no pretendo ofender, molestar o incomodar a alguien ni que nadie perciba esos sentimientos por lo que, negro sobre blanco, voy a exponer, pues al fin y al cabo son unas reflexiones que se me ocurren y apenan cuando contemplo la situación a la que ha llegado España.
El día veintiuno de diciembre de 2010, a primera hora de la mañana escuché una noticia en la radio que me causó un fuerte impacto de anonadamiento.
En cierto colegio de un pueblo del Sur de España, si mal no recuerdo en la Línea de la Concepción, un profesor en su hora lectiva estaba explicando a sus alumnos cómo hay ciertas zonas en nuestra tierra que son, por sus condiciones climatológicas, más idóneas y propicias para la curación de los productos del cerdo.
Como ejemplo, y creo con bastante tino, se le ocurrió explicarles a sus éstos cómo se procedía a la preparación salado y curado, así como al corte de esa pata porcina que tanto nos gusta a los españoles y la que honradamente creo que muy pocos rechazarán.
Considero que la forma de explicar cómo se prepara un jamón, puede ser tan interesantes para los discentes como si se les explica la fabricación del queso, la mantequilla o la molturación de la aceituna para obtener al aceite. Pienso que nadie debe sentirse ofendido por adquirir un nuevo conocimiento.
Pues no señor. ¡No es así! Resulta que entre lo alumnos que asistían a esa clase se encontraba un muchacho de religión musulmana cuyos padres consideraron que esa explicación lesionaba las creencias de su hijo, ya que ellos no comen cerdo.
A continuación denunciaron al profesor, entre otras razones por racismo y porque pretendía expulsar a los musulmanes de España. Como es lógico la denuncia fue juiciosamente desestimada.
La cosa sería grotesca si no fuese por el trasfondo que hay detrás de actitudes como éstas. Se trata de que los que profesan dicha religión son unas personas que han llegado, unos legalmente, otros no tal, a nuestro país que les ha acogido concediéndoles demasiados derechos y apenas pidiéndoles algún deber.
Se les han otorgado más prerrogativas que a mucho de los que hemos nacido, criado y ayudado a levantar con nuestro esfuerzo, trabajo, sacrificio y abnegación la situación de mayor o menor bienestar en la que ahora no encontramos.
Ellos, como el resto de los inmigrantes, están gozando de unos bienes que para conseguirlos no han efectuado esfuerzo alguno, pero siempre exigen más.
Los ayuntamientos les donan terrenos en los que puedan levantar sus mezquitas de las que más de una se ha comprobado que son unas madrasas de terroristas integrados en la yihad con el sólo y único fin de implantar el islamismo y acabar con los infieles como consideran a todos los que no profesamos su religión.
Nuestros políticos con la utópica e irrealizable alianza de civilizaciones les conceden toda clase de privilegios con el fin de que no se sientan airados.
¡Qué equivocados están! No entienden que el aceite y el agua no se pueden homogeneizar.
Cuentan que Mahona, en vida, se encontraba cierto día mirando hacia el Algarbe, es decir, hacia Occidente y que le preguntaron que en qué pensaba. Contestó que en las tierras que se encuentran en ese punto porque era voluntad de Alá que algún día perteneciesen a los islamitas.
La invasión bélica de nuestra Península en el 711 pudo haberse extendido por toda Europa si no hubiesen sido detenidos en el 732 por Carlos Martel en Poitiers y obligados a replegarse a España.
La penetración del continente europeo que están efectuando desde hace muchos años es pacífica, lenta, pausada e inexorable.
Están creando partidos políticos para, en principio, hacerse cargo de los ayuntamientos de las poblaciones en las que hay gran mayoría de musulmanes.
No tienen prisa. Ya lo dijo Gadafi: “El Islam tiene que convertirse en la religión de Europa”. También dijo que ya no era necesaria la yihad, que, con que se pusieran en movimiento los más de 50 millones de musulmanes que hay en Europa podrían llegar a gobernarla.
Nuestro refrán dice: “Donde fueres haz lo que vieres”. Ellos lo han modificado y piensan.”Dónde vayamos que acepten nuestra religión y costumbres”
No es cuestión de racismo, atañe a la supervivencia de nuestra cultura occidental. Cosa de la que no quieren darse cuenta nuestros gobernantes.

Manuel Villegas Ruiz

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