10/5/11

¡POBRE HOMBRE!

El idioma español es tan rico de matices que, según en el lugar en el que se sitúe un adjetivo puede hacer que la palabra que es calificada con él llegue a tener significados distintos.
No es lo mismo una casa vieja que una vieja casa. En el primer lugar queremos designar que la casa a la que nos referimos se encuentra en un estado tal de degradación y deterioro físico que toda su estructura y la edificación misma amenazan ruina, como en lenguaje coloquial decimos, se cae a pedazos y es necesario derruirla para edificar otra nueva, ya que es irrecuperable.
Sin embargo una vieja casa tiene una connotación distinta. Al utilizar esa expresión nos estamos refiriendo más a los habitantes de la misma que al edificio en sí. Con ella queremos designar que los primeros que la fundaron procedían de rancia estirpe y encumbrado abolengo. Es decir no nos referimos al edificio en sí, sino más bien al linaje que fundó y mantiene la estirpe que la ha habitado desde que la familia que la inició ha venido sucediéndose a través de los años y en ocasiones de los siglos.
Igual ocurre con las expresiones: un hombre pobre y un pobre hombre.
En el primer caso denotamos que la persona a la que nos referimos está escasa de recursos económicos, se encuentra en un estado tal de carencia de bienes que, para sobrevivir, ha de recurrir a la caridad y ayuda de los demás. También en lenguaje coloquial un hombre pobre es aquél que no tiene donde caerse muerto.
En esta desventurada España, según las estadísticas, hay más de un millón de hombre pobres que junto con sus familiares o los que dependen de ellos, posiblemente alcancen los dos millones de seres humanos
En cambio cuado decimos un pobre hombre no nos estamos refiriendo a su capacidad económica, a su poder adquisitivo, a sus bienes propios ni al capital que pueda poseer.
Con esta expresión queremos significar que la persona a la que nos referimos es más bien un pusilánime en el sentido en que define esta palabra la R.A.E., es decir, se trata de una persona falta de ánimo y valor para tolerar las desgracias o para intentar cosas grandes. En latín pusillanimis es aquél que tiene un ánimo corto, pequeño, que no tiene grandeza de espíritu, que todo le viene grande y no se encuentra con fuerzas para hacer frente a las dificultades. Es aquél que niega con pertinacia la realidad.
También un pobre hombre es aquél que no es capaz de mantener sus convicciones y cambia de parecer cual veleta de campanario y muda el digo por el Diego a la menor contradicción.
Igualmente el que es pobre hombre se siente tan complacido, enrocado y enraizado en su mediocridad que no escucha las opiniones de los demás y considera que posee la verdad absoluta.
Asimismo designamos así a quien los demás compadecen y que pocos son los que le hacen caso, lo toman en consideración o lo quieren a su lado, salvo aquellos que se están aprovechando de él o cuentan con posiciones económico-político-laborales que las han conseguido gracias a él.
Nuestro triste país está precisamente regido por un pobre hombre. Éste, cuando sesudos y eximios hombres vaticinaron la situación que se nos venía encima y nos acechaba para devorarnos como Cronos con sus hijos, no sólo la negaba, sino que en un optimismo infundado decía que estábamos en la mejor de las situaciones posibles y mejor preparados que el resto de países para hacer frente a ella, caso de que llegase a suceder
Su falta de grandeza espíritu le llegó a cerrar los ojos de tal forma que no fue capaz de reconocer que nos íbamos deslizando por un plano inclinado que había de llevar a la Nación a la situación en la que ahora se encuentra Oficialmente un 21,3% de parados. Los pequeños y medianos empresarios cierran sus negocios ya que los proveedores del crédito necesario para que se mantengan no se lo proveen y están ahogándolos de tal manera que y no pueden sobrevivir y han de dejar su modo de subsistencia y han tenido que despedir a los pocos empleados que tienen.
Su pusilanimidad le llevó a no enfrentarse con la realidad y reconocer que tenía que hacer caso a los que le recomendaban que no siguiese por ese camino, así como a no tener el valor para acometer las medidas que habrían hecho que no estuviésemos en el lugar en el que nos encontramos.
La voz del pueblo lo rechaza. Los financieros no tienen confianza en él por las muchas veces que nos ha mentido. El resto de los países no lo toman en serio (recordemos el caso de China y de otros) Sus mismos correligionarios, aunque en público digan lo contrario, se apartan de él y lo orillan.
En el momento actual, próximas las elecciones municipales, la marca catalana de su partido, es decir el PSC, no quiere que aparezca por aquella región ya que puede causarle más daño que beneficio.
Después de haber anunciado que no volverá a presentarse a las elecciones hasta los suyos le vuelven la espalda.
Concluyo con parte de un soneto de Francisco Álvarez Hidalgo y digo: ¡Pobre hombre y pobre País!
Déspotas vinculados al gobierno
Inmolarán sus hijos en la guerra,
Persiguiendo una estúpida ambición
Y extenderán la furia del infierno
A la sangrienta y calcinada tierra,
Y esa será su gloria y su blasón.
En este caso no hay guerra, pero España sí está calcinada por el fuego de la desdicha.

Manuel Villegas Ruiz

OTRA MEMORIA HISTÓRICA

Posiblemente tenga una mente demasiado racional y, por ello, soy un apasionado de la verdad.
No entiendo ni comprendo cómo, alguien que conozca un poco nuestra Historia, (soy Doctor en ella) pueda negar hasta lo que se recogen en las actas de las sesiones del Gobierno de la época en la que las izquierdas tomaban partido por la revolución, por la guerra civil, la total exterminación del adversario (que no enemigo) político y, con todo descaro y total falta a la verdad mantengan que ésta fue provocada por las derechas.
Como ejemplo cito uno versos de Miguel Hernández. Icono venerado por todas las tendencias izquierdistas de esta desventurada España.
SONREÍDME
“Nubes tempestuosas de herramientas
Para un cielo de manos vengativas
Nos es preciso. Ya relampaguean
Las hachas y las hoces en su metal crispado
Ya truenan los martillos y los mazos
Sobre los pensamientos de los que nos han hecho
Burros de carga y bueyes de labor
Salta el capitalista de su cochino lujo, huyen los arzobispos de sus mitras obscenas
Los notarios y los registradores de la propiedad
Caen aplastados bajo furiosos protocolos, los curas se deciden a ser hombres
Y abierta ya la jaula donde actúa el león
Queda el oro en la más espantosa miseria.
En vuestros puños quiero ver rayos contrayéndose,
Quiero ver la cólera tirándoos de las cejas
La colera que nubla todas las cosas dentro del corazón
Sintiendo el martillo del hambre en el ombligo
……………………………………………………….
Habrá que ver la tierra estercolada
Con las injustas sangres, habrá que ver la media vuelta fiera de la hoz ajustándose a las nucas
Habrá que verlo todo sufriendo un poco menos de lo que
Ahora sufrimos bajo el hambre
Que nos hace cargar las inocentes manos animales
Hacia el robo y el crimen salvadores”
(Poema:”Sonreídme”. Miguel Hernández. Antología Poética. Córdoba. Marzo, 2010).
Tendríamos que dar un repaso a los poetas y escritores de izquierdas de aquél momento histórico y extraer la hiel de odio, venganza, crimen, resquemor, resentimiento y ansia de revancha que destilaban y encontraríamos la clave que nos ayudaría a conocer a los que no vivimos ni los antecedentes, ni la guerra misma, y por qué no hubo más remedio que alzarse ante tan execrable actitud que sólo pretendía la desmembración de nuestra Patria e implantar en ella una dictadura del proletariado y del pensamiento único, como ocurrió en otros países y que sí conocemos cómo funciona y ha terminado en alguno de los que se vieron sometidos al imperialismo el comunismo y socialismo.

¿Fueron éstos los buenos de la película e la Guerra Civil o, por el contrario los que la desencadenaron porque en un país tan saturado de odio, crimen, exterminio y venganza, no se podía ya vivir?
¿Por qué los que han tomado la antorcha de aquellos destructores de España no entonan su mea culpa y sólo quieren acusar, y de hecho lo hacen, a los que menos odio, rencor y sed de venganza animaban en sus corazones?
¿Por qué no los desenmascaramos de una vez y los mostramos tal como fueron y son, como unos rencorosos que han visto llegar ahora al momento de su revancha?
¿Por qué los que no somos como ellos no gritamos a los cuatro vientos que lo único que pretenden y lo están logrando es volver a dividir a este desventurado país, como lo hicieron desde la segunda república asaltando el poder ya que por los resultados de las urnas no tenían derecho a detentarlo?
Opino que debería de hacerse una imparcial revisión de la fatídica Guerra Civil, a todas luces deseada estimulada e impulsada por las cábilas izquierdistas.
Esto será imposible mientras en este desdichado país, como casi siempre, las que más alboroto armen y se crean en la posesión de la Verdad Absoluta, sean las izquierdas, con su carga de odio, venganza y desquite, y el resto, los ciudadanos de bien y que ya estamos hastiados de que sólo hablen de la nefasta guerra, hagan películas sobre ella y escriban libros en los que los inocentes y sacrificados sean quienes la comenzaron desde el año 1934 (recuérdese a la revolución de Asturias, a Largo Caballero y a Indalecio Prieto) y la mayoría de los españoles que no la conocimos pero sí sabemos lo que ocurrió por la Historia y los libros de Actas de las Sesiones gubernamentales que desde 1934 hasta el final de la misma, se encuentran en los archivos.
Mi opinión es que parece que hay pocos historiadores verdaderos amantes de la verdad imparcial que se atreven a investigar y dar a conocer sus informes y conclusiones.
Mientras nos encontremos en esta situación, las izquierdas harán todo lo posible por implantar su pensamiento como único aceptable y los demás no veremos relegados y postergados por falta de arrojo y deseo de hacer prevalecer la Verdad.

Manuel Villegas Ruiz
Doctor en Filosofía y Letras (Gª e Hª)

CORRUPCIÓN POLÍTICA Y FRAUDE A HACIENDA

No es mi deseo que nadie vea o suponga que a través de estas reflexiones voy a hacer una defensa o una justificación de ambas actitudes execrables de por sí, ni que intento justificar lo inaceptable.
Sólo pretendo exponer la similitud y hasta mimetismo que existen entre ambas actitudes ya de por sí rechazables por todas las personas honradas y de buena voluntad.
Es un lugar común decir que para los españoles el tercer motivo de preocupación es nuestra clase política, pero ¿por qué?
La justificación es bien simple y considero que es el dominio público.
Elegimos a nuestros gobernantes para que se ocupen y preocupen de todos nosotros que somos los que les pagamos el sueldo y por cierto muy bueno, Pero, una vez elegidos ¿Cómo se comportan? ¿Cuidan el interés de los que los han aupado a ser los rectores del país? ¡No! ¡Más bien no!
¿A qué se dedican entonces? Salvo honrosas y muy pocas excepciones a aprovecharse de su cargo y a lucrarse de lo que no es suyo, es decir, de los impuestos que, con tanto esfuerzo y trabajo pagamos los españoles. A discutir si son galgos o podencos en vez de solucionar los problemas que de verdad sufrimos y padecemos los que habitamos en esta desventurada España.
No distingo entre una jarca política y las otras. Todas caminan por la misma senda. Y eso ¿Por qué?
Ya dijo una cierta ministra de infausta memoria que el dinero público no era de nadie, como corolario se sigue que lo que no es de nadie cualquiera puede apropiárselo. ¿Quiénes son los que se benefician de él? Los encargados de dedicarlo a mejorar la vida de los que lo han puesto a su disposición, es decir los contribuyentes.
Pero lo más inaceptable de todo es que esta corrupción y malversación de fondos no tiene un rechazo frontal y una actitud intransigente por parte de los ciudadanos. Se acepta como un motivo o decorado más del paisaje político en el que estamos todos incluidos.
Tanto es así que el otro día en una radio de alcance nacional oí a un periodista, por cierto de bastante renombre, que participaba en la charla, que el grado de corrupción de los políticos españoles era poco más o menos que aceptable ya que en nuestro país no se habían alcanzado aún las cotas de la misma que hay en otros de nuestro entorno.
¡Habráse visto mayor grado de pasividad ante un hecho inaceptable! ¡No señor! ¡No! Un solo corrupto no se puede tolerar porque está lucrándose del dinero de todos y cada uno de los que con gran esfuerzo y no poco trabajo se lo entregamos para que lo administren honradamente y con toda pulcritud.
Por esta indiferencia es por la que los que roban nuestros dineros quedan impunes y no pagan con cárcel el delito cometido ni devuelven lo robado.
El fraude a la Hacienda pública ha sido, es y será, un deporte para todos los españoles que puedan ejercitarlo. Es más, tampoco está mal visto por el resto de los ciudadanos. Tanto es así que lo admitimos y toleramos sin denunciarlo ni hacer que los defraudadores paguen con creces lo que nos escamotean al resto de los que contribuimos, lo mismo que los políticos no sufren la pena por lo que de bobilis bobilis engrosa su bolsillo.
Pero, ¿Le podemos pedir cuenta a los que defraudan? Ya lo creo que sí, pero ocurre que el espejo en el que se miran, o sea los políticos, está tan sucio y empañado que no se reconocen como estafadores de los demás.
Si una edil carga al erario común el importe de un helado, ¿Cómo va a tener conciencia de que obra mal quien paga en dinero negro, no declara sus ventas, o explota a trabajadores sin que están debidamente legalizados y protegidos?
Si hay empresarios que no contribuyen por lo que ganan y se llevan el dinero fuera de España, ¿Le podemos exigir a un desempleado que haga una factura por una chapuza e ingrese el IVA a Hacienda?
Cuando pequeño me enseñaron que había que respetar a los mayores en edad, saber y gobierno, si los mayores en gobierno no son dignos de ser respetados, ¿Se nos puede exigir que los respetemos?
Si el ejemplo que dan nuestros gobernantes es tan deleznable, ¿Cómo podemos pedirle al pobre desempleado, y son cinco millones, que cumpla su deber con el erario público?
Si estamos inmersos en un estado tal de corrupción, política, económica, empresarial y sindical ¿Quien o quienes son los responsables? Los rectores de este desventurado país.
Hace falta una regeneración total comenzando por todos los dirigentes, políticos, sindicales y empresarios para que el pueblo tenga un espejo digno en el que mirarse e imitar.

Manuel Villegas Ruiz